Este es un blog para estudiantes de filosofía e Historia de la Filosofía de Bachillerato y de Valores Éticos de la ESO, del Departamento de Filosofía del Instituto Rusadir de Melilla
lunes, 3 de junio de 2013
Resumen de Inhibición, síntoma y angustia de S. Freud
Estudio sobre Freud.
Notas sobre lecturas.
Más allá del principio del placer.
Inhibición, síntoma y angustia.
En esta obra escrita en el año 1925 Freud se centra en investigar la formación de
síntomas y la lucha secundaria del yo contra el síntoma, así como la aparición o
no de la angustia en dicho proceso. Por ejemplo, en las fobias, la angustia si toma
un protagonismo claro, por lo que el fóbico apenas puede soportar la visión del
estímulo que le produce el miedo irracional o angustia neurótica. Sin embargo, en
la neurosis de conversión (patología que hoy estaría clasificada en el ámbito de
las enfermedades psicosomáticas) la angustia apenas aparece en escena y la
parálisis de un músculo o la contractura muscular no es vivida con angustia por el
enfermo.
El comienzo de la obra se centra en los fenómenos de la inhibición y el
síntoma,pretendiendo aclarar ambos conceptos que suelen confundirse a menudo.
Así la inhibición se refiere a la restricción de una función del yo y el síntoma
constituye un signo patológico. De todas formas en ocasiones una inhibición
puede considerarse un síntoma, sobre todo cuando se produce una inhibición
extraordinaria de la función normal.
Freud define la inhibición como una restricción funcional del yo que puede estar
provocada por diversas causas. Por un lado las inhibiciones específicas (tocar el
piano, andar o escribir) son el resultados de una represión de la hipersexualización
del órgano: “La causa de dichas inhibiciones no es otra que “una intensísima
erotización de los órganos que en tales funciones interviene, o sea, de los dedos o
de los pies”.1 Freud entiende que la función yoica de un órgano queda alterada
cuando su significación sexual cambia y se incrementa. Así por ejemplo el acto de
escribir llega a tomar la significación simbólica del coito por lo que se deja de
escribir ya que el hacerlo implicaría realizar un acto sexual prohibido. Ante este
estado de cosas el yo renuncia a estas funciones para no tener que llevar a cabo
una nueva represión y evitar un nuevo conflicto con el ello. En el análisis se ponen
de manifiesto los procesos por los que una determinado función yoica puede
erotizarse y sucumbir a una inhibición.
Por otro lado menciona también las inhibiciones que cumplen una función de
autocastigo. Por ejemplo aquellas inhibiciones que el yo realiza con determinadas
funciones que implicarían alcanzar el éxito, lo cual ha sido prohibido
presumiblemente por el superyo.
1 Inhibición, síntoma y angustia, Freud, Obras completas, pag. 2835
Sin embargo distingue también de las inhibiciones mencionadas unas más
generales del yo. Estas siguen un camino diferente. Se trata de un proceso
mediante el cual el yo se empobrece de energía ya que tiene que dedicarla a la
supresión afectiva del duelo o a la represión de fantasías sexuales emergentes.
Caracteriza pues las inhibiciones como o bien unas medidas de precaución que
adopta el yo (específicas) o bien como un empobrecimiento de energía. En todo
caso la inhibición se distingue del síntoma en que éste último no es un proceso
“que ocurra dentro o actúe sobre el yo”.2
Comienza ahora a tratar la cuestión del síntoma que ha quedado caracterizado
como “un signo y un sustitutivo de una expectativa de satisfacción de un instinto,
un resultado del proceso de la represión”3. El superyo prohibe al yo adherirse a la
carga instintiva del ello. Mediante la represión se impide que la idea (vehículo del
impulso prohibido) alcance el nivel de la consciencia, pero la idea continúa
existiendo como representación inconsciente. ¿De donde extrae el yo semejante
poder para dominar al ello? Según Freud el yo utiliza el principio del placer de
modo que “amenaza” con una señal de displacer. Así el destino de la carga
reprimida no se transforma en angustia (como pensaba anteriormente) sino que la
señal de displacer activa un recuerdo, una huella mnésica de un displacer
anterior. Así el yo consigue dominar no solo estímulos provenientes del exterior
sino aquellos provenientes del interior. Todo ello, por supuesto, bajo el control del
principio del placer que gobierna todo el acontecer de la vida psíquica. “El yo
retrae la carga (preconsciente) de la representación instintiva que de reprimir se
trata y la utiliza para la génesis del displacer (de angustia)”4.Así pues rechaza
Freud la concepción anterior de que en la represión la energía de la carga
reprimida se convierte automáticamente en angustia. Es el yo la sede de la
angustia y dicha transformación de energía instintiva en angustia se produce ante
la amenaza de una señal de displacer. Ahora bien esta transformación consiste
únicamente en una activación de una imagen mnémica previa.
En la formación de síntomas encuentra ocasión Freud de reflexionar sobre los
límites y diferencias entre el yo y el ello. Afirma que el yo es una organización
mientras que el ello no lo es. Así la represión se torna inacabable por la debilidad
del yo a la hora de eliminar un instinto del ello. Surge el síntoma pero la represión
no cesa en ese instante.”Al primer acto de represión sigue una larga secuela, a
veces interminable.”5
La vida psíquica entendida como un conflicto permanente queda caracterizada
aquí en la indagación sobre la cuestión de cómo surgen los síntomas neuróticos.
El yo se opone a la aparición en el teatro de la conciencia de instintos inaceptables
que son rechazados de nuevo hacia su fuente: el ello. En esta lucha muestra el yo
2 Ibidem, 2835
3 Ibidem 2836
4 Ibidem 2837
5 Ibidem 2840
su debilidad de manera que le resta únicamente la interminable cadena de
represiones en la que indudablemente termina por inhibir sus energías y por
empobrecerse. Pero el yo se muestra conciliador y quiere integrar de alguna forma
el síntoma extraño en su unidad. De modo que el síntoma adquiere un elevado
valor de autafirmación para el yo, constituyendo la ventaja de la enfermedad de la
neurosis. En este caso el neurótico se muestra satisfecho de sus síntomas, que
entiende son un ejemplo de su elevación moral, como ocurre a menudo en la
neurósis obsesiva. Todo esto muestra que la angustia se encuentra
profundamente entrelazada en el surgimiento de algunos síntomas neuróticos.
Veamos como.
En la zoofobia aparece muy claro como la represión provocada por el surgimiento
de la angustia señal ante la presencia de un peligro interno (endopsíquico)
desemboca en la constitución del síntoma. En el caso de la fobia a los caballos de
Juanito vemos que el niño muestra un miedo irracional a que un caballo le muerda
en la calle. Por consiguiente no sale de casa. Freud explica el surgimiento del
síntoma fóbico a partir de la total situación infantil del sujeto. Recurre al complejo
de Edipo : “ Juanito, dominado por el complejo de Edipo, se halla colocado en una
situación de celos y hostilidad hacia su padre, al que sin embargo, quiere
entrañablemente, en cuanto no entra en consideración la madre, causa de la
discordia.”6 En este caso afirma Freud que la angustia ante el padre no puede
considerarse neurótica pero si el desplazamiento o sustitución del padre por el
caballo. Este desplazamiento disipa el conflicto de ambivalencia amor-odio hacia
el padre al desplazar sobre el caballo el odio que originariamente se dirige al
padre. Además se trata de un proceso de represión que recae sobre casi todos los
componentes del complejo de Edipo, sobre los impulsos hostil y amoroso hacia el
padre y el amoroso hacia la madre.
La cuestión del origen de la angustia.
En este libro se plantea Freud un claro dilema entre dos explicaciones diferentes
que el mismo mantiene sobre el origen de la angustia. Vemos en esta cuestión un
claro ejemplo del valor que concede Freud a la honestidad intelectual en las tareas
científicas ya que no oculta su dificultad para conciliar ambas explicaciones y
decidirse por una de las dos. La primera explicación afirma que la representación
del instinto del ello queda deformada por medio de la represión y transformado el
impulso instintivo en angustia. Es decir que todo este proceso se desarrolla sin
participación consciente del yo. Sin embargo en la investigación sobre las
zoofobias aparece claro que el miedo del yo a la castración ( complejo de Edipo)
ante las exigencias de la líbido proporciona una primaria disposición de ésta a la
angustia y a la represión. De esta forma la angustia no es una transformación del
impulso instintivo sino el resultado del miedo del yo. Sin embargo en las
6 Ibidem 2842
psiconeurosis actuales la abstinencia sexual forzada o la práctica del coitus
interruptus generan una transformación de la energía sexual en angustia. ¿Cómo
coinciliar ambas explicaciones?
En esta obra Freud parece admitir la existencia de ambos orígenes de la angustia.
En el caso de las psiconeurosis actuales, que son las que surgen por un
impedimento forzoso de la actividad sexual en un sujeto que desearía realizarla, la
angustia surge de una transformación de la líbido sexual retenida en angustia
(éstasis llamaría Reich a este proceso que cumple un importante papel en sus
reflexiones sobre la vida sexual). Aquí pues, la líbido se transforma en angustia sin
más. Por otra parte, y de mayor interés para la neurosis, la segunda explicación
afirma que la angustia se produce como la activación de una huella mnémica de
un afecto anterior displacentero (angustia señal) que el yo puede manejar para
controlar las representaciones del impulso inconsciente mediante la represión u
otros mecanismos de defensa. Aquí el yo es la sede de la angustia y además la
utiliza para, siguiendo el principio del placer-displacer, ejercer un mayor dominio
sobre el ello. Asistimos en esta parte de la obra a un magnifico ensayo sobre el
significado del nacimiento en el origen de la angustia humana. El peligro en el
momento del nacimiento es vivido por el recién nacido como un exceso o
saturación de estímulos displacenteros que quedan conservados en una huella
mnésica y constituyen el prototipo de experiencia de peligro. Este modelo se
transformará en miedo a la separación del objeto, en miedo a la castración y en
miedo al superyo. Así pues todos los miedos parten del originario miedo a una
separación del objeto.
Los síntomas son el resultado de la actuación defensiva del yo ante los impulsos
del ello y que lleva a cabo para evitar el displacer. Surgen en el neurótico para
evitar la situación peligrosa que provoca la angustia.
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